5. La evaluación del proceso Enseñanza-Aprendizaje
Dentro de la legislación de la LOMLOE encontramos una serie de apartados dedicados a la tarea del docente. Dentro de este apartado, encontramos el artículo 91.1 b: La evaluación del proceso Enseñanza-Aprendizaje. Para entender a qué se refiere este apartado primero tendré que especificar que es dicho proceso.
El concepto de enseñanza-aprendizaje se refiere a un proceso bilateral en el que es tan importante aprender lo que se enseña como enseñar lo que se aprende. Es decir, son dos conceptos que van ligados y sin el uno el otro no puede existir.
El hecho de enseñar no siempre significa aprender y aprender no siempre es el resultado de una enseñanza. Piensa en las personas autodidactas. Aunque nadie les enseña, aprenden. En el extremo opuesto, puede ser que nos enseñen, por ejemplo, a dibujar el rectángulo áureo o dorado, pero no lo aprendamos y a largo plazo lo olvidemos. En resumen, enseñanza no siempre es igual a aprendizaje. Es la razón por la cual se pone el énfasis en este binomio.
El profesor, al frente de la clase, muestra unos contenidos a los alumnos, los cuales estos deben captar y elaborar. Esos contenidos salen del currículo y se materializan en actividades con las que desarrollar competencias y alcanzar unos objetivos. El proceso de enseñanza-aprendizaje tiene lugar en un aula, con unos medios y unos recursos disponibles, y, a su vez, dentro de un contexto social, cultural e histórico.
Una vez explicado en qué consiste el proceso, hay que valorar el papel del docente. El profesor debe tener todo lo anterior en cuenta y llevar a cabo una evaluación integral del proceso, es decir, no sólo evaluar la adquisición de conocimientos de los alumnos, sino también su capacidad para transmitir correctamente estos conocimientos.
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